CASA DOMINICANA

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Su gente

Saturday, November 20, 2010

EL EMBRUJO DE LA CIGUAPA

POR DANTE SANCHEZ

Danny era un niño como todos, corriendo, practicando lucha libre con su padre en los días de fiesta y siempre con una sonrisa. Tenía 10 años. Era el menor de de cuatro hermanos, por lo tanto, era el mimado de la familia. Las mujeres decían que era un niño hermoso, lo decían tanto y tan frecuente, que hasta él se lo llegó a creer.

No había visitado Santo Domingo por algo más de tres años, desde que su familia se mudó a los Estados Unidos. Ese verano sus padres lo enviaron, junto con sus dos hermanas, Samanta y Daniela, y su hermano mayor, Samuel, a Santo Domingo, de vacaciones. “Para que no pierda contacto con sus raíces”, dijo su padre.

Al llegar al barrio San Carlos, se reunía todas las noches  con sus nuevos amiguitos para hacer cuentos. Cuando la energía  eléctrica fallaba, la ciudad se quedaba a oscura. Los jóvenes encendían velas y aprovechaban para hacer cuentos de seres misteriosos, fue la primera vez que escuchó hablar de un Bacá,  y de la Ciguapa. Oyó decir que el Bacá era un animal que tenían los que hacían pactos con las fuerzas oscuras del universo, para hacerse ricos y que la Ciguapa era una mujer que tenía los pies al revés y quien la miraba a los ojos moría al instante.

Al mes de estar allá, ya había visitado la playa de Boca Chica, la cueva de los Tres Ojos, y el zoológico. Ese mismo día, al anochecer, llego el  tío Francisco, con las manos sucias y la ropa también de un aceite negro, llamó a todos a la sala y dijo: “Prepárense, ya arreglé la carrancha y mañana temprano salimos para Villa Riva a visitar a la abuela Dolores”.

Al día siguiente, llegaron a las cinco de la tarde al pueblo de la abuela. En la casa al entrar un perro, blanco con manchas negras ladraba, todos se sintieron con miedo,  que desapareció cuando oyeron la voz de la abuela diciendo: “Laica, venga acá…no se preocupen, desde que los conozca, ya no les hace nada”. Laica fue a los piés de la abuela moviendo el rabo. Después de bañarse y comer plátano asado, machacado en pilón con “zurrapa de chicharrón”, se vistieron y se fueron al parque.

Era una noche preciosa, con un cielo completamente claro y una luna llena. Danny  ya le había tomado confianza a Laica y estaba practicando lucha libre con el animal, en la hierba del parque. Notó que Laica tenía cinco dedos en cada pata. Informó de esta  gran noticia a su tío, quien dijo: “Es una perra cinqueña completa, eso trae buena suerte”

Danny siguió jugando, cuando de repente observó una sombra de mujer corriendo en el lote vacío, frente al parque. Laica salió corriendo detrás de la sombra. El la miró tropezar y caerse en la hierba.

Corrió para ver si podía ayudar, se sintió paralizado cuando vió que la mujer estaba desnuda. Observó su cara, ella miraba hacia abajo, su pelo era largo y brillante, “se parece a la virgen María”, pensó. Percibió un musical quejido de su boca, cuando notó que Laica le mordía un pié, inmediatamente, agarró a Laica, y dijo: “Laica, suéltala”, la perra la soltó, y Danny se cayó de espalda. Cayendo, se dió cuenta que la anatomía del pie no se correspondía con la dirección del cuerpo, “está roto el pie”, fue el pensamiento que cruzó su mente.

La mujer se levantó, se acercó a Danny, lo miró a los ojos y se alejó caminando hacia atrás, silbando una canción entre sus dientes, mientras permanecía mirándolo, hasta perderse en la oscuridad.

Danny se levantó, se fue callado al parque, no jugó más con Laica, regresó a Santo Domingo, y luego viajó a Filadelfia. Hace poco cumplió sus 23 años, no tiene novia y no habla con nadie. La gente dice que aun está enamorado de la mujer desnuda, pero otros dicen que es el embrujo que le echó la Ciguapa.